Trabajar por proyectos en el sector legal.
Es bastante común, en otros sectores de actividad, hablar de gestión por proyectos, de management, organización y estrategia.
El sector jurídico, más conservador en la manera de dirección y gestión interna, siempre se ha quedado al margen, quizá anclado en su zona de confort, en la estanqueidad de las normas jurídicas. (Aunque quizá ahora, vía Real Decreto, el dinamismo de las reformas en determinados ámbitos del derecho, hacen que algunos profesionales tengamos la sensación de ir en una cita transportadora en la que no podemos pulsar el stop, pues nos caemos)
La tecnología, las redes sociales, la información a la que tenemos acceso, nos obliga a ser mucho mas dinámicos en el modo de dar respuesta al cliente, y eso exige un conocimiento interno exhaustivo.
Si bien en una firma de ingeniería es bastante habitual trabajar por proyectos, ¿por qué no hacerlo en un despacho de abogados?.
No todo el trabajo que se realiza en un despacho de abogados es estrictamente judicial. Y si así fuera, es muchísimo más fácil, pues todas las fases del proceso las conocemos perfectamente.
Cierto es que la tecnología y las redes sociales han impulsado con verdadero dinamismo nuestra profesión, pero no perdamos el norte. Están a nuestro servicio y no nosotros al servicio de la tecnología.
Al final lo que importa es la ejecución del proyecto. Que las cosas se hagan.
Cuando se inicia un proceso de administración interno en una empresa lo que se pretende es crear unos objetivos tangibles, con un conjunto de metas y de medidas de rendimiento que contribuyen a que el éxito sea una cosa concreta para toda la organización. Y el resultado más tangible es la rentabilidad, los resultados económicos.
Y ello es igual sea cual sea la organización: realice estructuras metálicas, panadería artesanal, o un restaurante gastronómico. Y, ¿por qué no? un despacho de abogados.
El cambio en nuestro sector viene influenciado por la dispersidad y disparidad de normativa legal, que hace que sea totalmente imposible conocer de todo y de todos los sectores. El fin de la figura del “hombre bueno” como era concebido antiguamente el abogado, llegó a su fin en el S.XXI.
Es necesario hiperespecializarse, por materias y por sectores. Un verdadero traje a medida.
Un avance más en este cambio en nuestra profesión es aprender a trabajar por proyectos.
Y ¿esto qué significa?.
Pues, entre otras cosas, aprender a definir las distantes fases de un proceso previo judicial, las subsiguiente fase jurídica en su caso, y la ejecución de todo el trabajo.
Creando un verdadero “Timing” del proceso. Definiendo tiempos, y personas responsables de su ejecución, de modo que el vacío que se produce cuando unas tareas no han sido desarrolladas tenga un verdadero responsable a quien exigir el cumplimiento de los objetivos en un determinada fase de la ejecución.
Con ello se consigue que los objetivos y estrategia de la firma, vinculen también a sus responsables.
Además aporta valor al cliente, pues es conocedor en todo momento de la planificación de su expediente, del tiempo y coste.
Porque “no es lo que cuesta, es lo que aporta”.